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Préstamos preautorizados

Si cada vez hay mayores problemas para financiarse, no es de extrañar que los particulares traten de detectar las fórmulas más favorables para dotarse de liquidez ante alguna necesidad en sus cuentas personales. Hoy en día no es fácil conseguirla, pero siempre, y sobre todo si se es un buen cliente del banco, puede importarse algún crédito para afrontar estos gastos. Una de las opciones más favorables son los denominados preautorizados, aquellos de los que pueden disponer los clientes que no tienen deudas con la entidad. Su principal aportación es que ya lo tienen asignado y no hay que esperar a que se conceda, sino que pueden formalizarse casi al instante y conocer de antemano la cantidad que anticipa el banco. En este artículo se explican las ventajas e inconvenientes de los préstamos preautorizados.

Luces y sombras de los préstamos preautorizados

Los préstamos preautorizados son los que pueden disponer los clientes que no tienen deudas con la entidad

Si bien acudir a los préstamos preautorizados que comercializan los bancos es una estrategia correcta para conseguir financiarse, no hay que desdeñar que esta práctica también conlleva una serie de inconvenientes que es preciso tener en cuenta.

Entre sus ventajas destacan una serie de aportaciones que serían las siguientes:

No se necesitan trámites ni estudios previos para su formalización, ya que los tienen concedidos de antemano, sin necesidad de aportar documentos ni el resultado de sus nóminas o ingresos regulares.

La rapidez de su concesión es mayor que en otros modelos de financiación. De esta forma, sus demandantes los podrán tener antes en su cuenta corriente.

La comodidad en su contratación es otra de sus características, ya que no solo se realiza a través de sus canales más convencionales, sino que también pueden tramitarse por Internet o por vía telefónica.

No hay que cambiar de banco, ya que la gran mayoría de entidades financieras contempla esta financiación. Los intereses que aplican son muy parecidos.

Pero, a partir de aquí, también se vislumbran una serie de sombras que pueden alejar al cliente de su formalización:

No están destinados para grandes cantidades de dinero, ya que casi nunca sobrepasan la barrera de los 50.000 euros. Además, los mayores importes irán para las cuentas más saneadas.

Exigen algunos gastos en su contratación, ya que generan intervención notarial para importes superiores a 18.000 euros.

Hay que disponer de una cuenta saneada para beneficiarse de esta financiación, y de no ser así, será muy difícil que los particulares puedan acceder a ella, ni tan siquiera a los importes mínimos.

En buena parte de las propuestas bancarias los intereses que se aplican no son ventajosos para sus demandantes, sino que requieren de un esfuerzo similar (o incluso mayor) que otras fuentes de financiación.

Si bien los clientes tienen concedidos estos créditos, esto no significa que los formalicen con condiciones ventajosas, pues están concebidos con unos requisitos similares a los de otros modelos.

Perfil de un aspirante

No todos los clientes están en la misma línea de salida para aspirar a esta financiación; algunos están en mejor posición. ¿Quiénes? Sobre todo, los usuarios bancarios que no tienen deudas con su entidad, pero que además cuentan con unos movimientos más que saneados. Esto, en la práctica, significa que deberán aportar un capital monetario más que satisfactorio, y que en la mayoría de los casos deberá estar respaldado con la domiciliación de su nómina o sus ingresos regulares.

Si, además, el grado de vinculación con la entidad viene de años, será mucho mejor para la valoración de este tipo de créditos.